"La criopreservación no es más que una congelación rudimentaria", sigue siendo un error muy común en criónica. En realidad, hay que dar una multitud de pasos calculados entre la muerte legal y una posible reanimación futura. Uno de ellos es el "procedimiento de crioprotección", en el que perfundimos agentes crioprotectores para proteger las células de los pacientes de posibles daños. ¿Por qué y cómo lo hacemos exactamente? Descúbralo en este artículo.
¿Por qué es necesaria la perfusión?
Para entender por qué es necesaria la perfusión con crioprotectores, primero tenemos que echar un vistazo a lo que le ocurre al organismo durante la crioconservación.
Los pacientes crioconservados suelen almacenarse en dewars criogénicos, sumergidos en nitrógeno líquido a -196°C. Inmediatamente después de la muerte legal, desde el inicio del procedimiento, la temperatura corporal desciende constantemente. Cuando se enfría por debajo de -130°C, los pacientes atraviesan la llamada "temperatura de transición vítrea". Aquí se produce la vitrificación, un estado similar al vidrio en el que se detiene toda la actividad metabólica del cuerpo.
Si nos enfriáramos a temperaturas tan extremas sin tomar precauciones, el agua del interior de nuestro cuerpo se convertiría rápidamente en hielo, algo que definitivamente no queremos. La formación de cristales de hielo en el interior del cuerpo conduce irremediablemente al daño celular, ya que provocan la deshidratación y el encogimiento de las células. Intentamos evitar este efecto en la medida de lo posible. Por eso, un primer paso de nuestro procedimiento consiste en extraer la sangre del cuerpo del paciente tras su muerte legal y sustituirla por agentes crioprotectores.
¿Cómo funciona la perfusión?
Una vez que nuestro equipo de TES llega al paciente y se ha diagnosticado oficialmente la muerte legal, comienza el procedimiento de crioprotección. Lo primero en la lista es la estabilización, en la que se enfría al paciente hasta cierto grado para que pueda iniciarse el proceso de crioprotección. A continuación, el equipo debe acceder quirúrgicamente a la cavidad torácica. Para ello se practica una esternotomía media clásica. Una vez diseccionados con cuidado y rapidez el corazón y las estructuras que lo rodean, se puede proceder a la canulación. Para ello, el equipo de TSM canula la aorta y la vena cava (la vena más grande del cuerpo), y conecta nuestro sistema de perfusión. Una bomba asume el trabajo del corazón de bombear sangre continuamente, mientras nuestro equipo puede bombear la sangre fuera del cuerpo y sustituirla por nuestros crioprotectores a medida. Este proceso continúa hasta que se alcanza la concentración perfecta de agentes crioprotectores. Por lo general, una concentración mayor se correlaciona con una menor congelación de las células, aunque se necesitan concentraciones diferentes en las distintas fases de introducción en el sistema. Después, volvemos a cerrar la circulación y continuamos el enfriamiento.
Perfusión paso a paso
La perfusión no es tan sencilla como podría parecer. Como suele ocurrir, el diablo está en los detalles. Podríamos encontrarnos fácilmente con problemas si no prestáramos mucha atención. Demos otro paso atrás y veamos la perfusión de arriba abajo.
Almacenamiento de crioprotectores y bombas de rodillo
Antes de su uso, los crioprotectores deben permanecer refrigerados constantemente. Por ello, los almacenamos en bolsas de perfusión especiales a temperaturas refrigeradas. Las tres primeras concentraciones se almacenan a 4 °C dentro de un frigorífico; la concentración más alta, a -20 °C en un congelador. Una vez desplegadas, las bolsas se cuelgan y se conectan al sistema de perfusión, donde los agentes crioprotectores se conducen a un depósito. Desde allí, una bomba de rodillo, del mismo tipo que las utilizadas en los sistemas de bypass cardiopulmonar, ayuda a extraer la sangre del cuerpo y, al mismo tiempo, a perfundir el crioprotector.
Filtros importantes
Antes de que la sustancia llegue al organismo, pasa por un intercambiador de calor y un filtro arterial. Estos eliminan cualquier tipo de impureza que pueda haberse introducido en la solución por error (los crioprotectores se producen en condiciones estériles).
A continuación, pasa por trampas de burbujas estáticas y dinámicas utilizadas para impedir el paso de microburbujas. Si las burbujas entran en el torrente sanguíneo, actuarían igual que un coágulo de sangre (émbolo), que no puede eliminarse fácilmente y puede impedir que los crioprotectores lleguen a todos los rincones como se supone que deben hacerlo. Esto no debe ocurrir a toda costa, de ahí que se utilicen filtros de burbujas.
Tras estos pasos, el crioprotector se perfunde directamente en el cuerpo.
Durante toda la perfusión, un manómetro se encarga de que la presión sanguínea se mantenga a un nivel normal. La presión con la que trabajamos es muy baja para los estándares humanos, en torno a 80-90 mmhg hasta un máximo de 120 mmhg.
Cerrar el círculo
El proceso de bombeo de crioprotectores a través del sistema continúa hasta que se alcanza la concentración perfecta. Después, se cierra el circuito y se sigue enfriando el cuerpo hasta alcanzar temperaturas óptimas.
Voilà, la perfusión está hecha.
Los agentes sobrantes se están eliminando adecuadamente, una vez finalizado el procedimiento de crioprotección.
Conclusión
Como puede ver, en Tomorrow Bio hacemos algo más que "congelar seres humanos". La etapa de perfusión no es más que una de las muchas que contribuyen a una crioconservación de alta calidad.
Tomorrow Bio seguirá estudiando la optimización de este sistema probando regularmente nuevos componentes. Si una nueva pieza resulta útil, podrá añadirse al sistema más adelante. De este modo, pretendemos que el proceso de perfusión sea aún más rápido y eficaz en el futuro.
¿Le interesa saber más sobre la criopreservación? No dudes en llamarnos . Estaremos encantados de hablar contigo.